lunes, 24 de noviembre de 2014

O quinto andar do Gasômetro (Iván en otra parte II)



-Buenos días -dio Iván a la Voz. Acababa de encender el ordenador y le daba las espaldas a la voz capturada, de propósito y casi con desprecio.
-Así que vas a continuar con tu micro novela? -preguntó con ironía la voz aplacada, con unas comillas puestas con las cejas. Yo soy una voz infiltrada, la que está escribiendo esto que lees o leerás alguna vez si es que llega esto a tus manos. Espero que Iván no capte mis entrelíneas y, vamos a ver qué pasa en este enredo, que una voz quede secuestrada no creo que esté bien visto en el medio literario, podría tener sus consecuencias críticas. Yo me suelo mover con sígilo, no es fácil saber por qué líneas voy. Y bueno, vamos a ir con todo el cuidado del mundo para evitar que esta crítica literaria quede prescrita antes de escribirse y que no vea nunca la luz, a ver con qué continua esta historia.
-Mira a mí que una voz, por mucho que sea voz -y esta sería la última vez que le dirigiera la mirada-, no me va a importunar, no me va a desestabilizar y hacerme dudar de lo que quiero escribir en esta obra literaria. Es que es como si a Dios le salieran los Papas dando órdenes, y así cambiara el Santísimo su idea del Mundo. Y yo quiero escribir de este personaje porque es un reflejo mio y voy a hablar de la verdad, de sus sentimientos, además tengo mi manera de contar las cosas.
-Pero contarás toda la verdad o la disfrazarás como siempre?, porque sin los hechos principales no hay novela.
-Y dale, que no es novela, es micro novela, ni cuento, ni ensayo, ni fábula, no hay presupuesto y hay que abreviar, en este género no hay que anudar para después deshacer, ni necesito otros personajes, me siento liberado en ese sentido con este género nuevo, se trata de unas partes breves, unos trazos y final.
-Género nuevo? -se preguntaba la voz con la cabeza mirando al techo blanco, no podía moverse mucho ya que sus manos estaban bien atadas atrás de la silla. Y bueno, si es breve esta novela o es novela de micro-bus, yo también tendré que apremiarme y dejo que sigan explicándose los hechos por si mismos.
-Asi que voy a dar otro trazo con "O quinto andar da Usina do Gasômetro".
-Entonces contarás toda la verdad de lo sucedido?
-Por supuesto que sí. Esto es lo nunca visto, una voz impertinente interpelando a su propio autor -cuchicheaba ya consigo mismo el escritor, a la vez que tecleaba el título que nos trae-. Y no estoy haciendo una autobiografía tampoco -dijo al final de teclear el título-, por lo cual no estoy colando a ningún impostor en esto -y esto fue dicho bien alto para perder más a la voz insurgente o para contradecirse más todavía con esa idea abstracta que tenía de género nuevo, que por supuesto trata de sacarse de la manga este nuevo autor, como si no estuviera ya todo dicho y escrito. Desde el modernismo al postmodernismo todo se ha revirado, desde sus inicios como una de sus máximas, y sin embargo no quita que siempre aparezca algún autor que venga valorando y dando la cunha, que si su obra es nueva porque contiene algo más y que hay una ruptura generacional, cuando no se trata más que de viricuetos márgenes ya trillados y retrocediendo en el tiempo a Virginia Wolf, a Joyce o a Balzac, y así hasta llegar al propio Cervantes, cimientos que en el siglo XX la imagen filmada viene repitiendo desde las distintas épocas y realismos hasta el siglo XXI, circundado, removiendo con eclecticismo todas las bases y géneros. Y al final siempre es la misma historia, los críticos tenemos por fuerza mayor si fuéramos serios en esto, que terminar diciendo que no hay nada nuevo de verdad. Hay literatura interesante para leer que te llega a las entranhas, y mucha que son sólo tochos de impostores de egos de escritor, y este nuevo autor, novel, por ahora se mantiene en peligro con su ego, en una clara zona de guillotina literaria.

                                                 O quinto andar do Gasômetro

Mi lugar favorito de Porto Alegre era, y creo que sigue siendo, la antigua planta de energía eléctrica, llamada de "Usina do Gasômetro", ahora Centro Cultural y por anhadidura foto postal de la ciudad de Porto Alegre, pero enconcreto el quinto piso de la planta y explico el porqué. Es una galería llamada Lunara, situada en una de las cinco "tremonhas" -o tolva en espanhol-, y a falta de una denominación parcial mi propuesta es de tétrica e inspiradora, sí, cada cual pone un adjetido distinto al lugar cuando llega y nadie coincide por lo general, genera todo tipo de apreciaciones, observaciones y calificaciones contrarias. La forma natural de llegar es en un ascensor, cuando las "compuertas" se abren, entras en otro mundo, a mí me gusta para escribir, muchos de los que llegan no salen del ascensor, unos quedan asustados, y otros nerviosos o paralizados, y dan a cualquier botón para salir de allí lo antes posible, desaparecer. Algunos con más dominio de sí mismos entran y anhaden sus calificaciones siempre distintas, los otros vuelven otra vez para ver de nuevo si aquello era real y como lo es, se van de nuevo.
         Allí mismo no se puede escribir porque no se ve 'tres cuartos', no hay luz, sólo unos sensores que encienden tres tenues lámparas si detectan alguna presencia, los que no salen del ascensor sólo pueden ver el vacio de las tremonhas con un haz de luz que viene de abajo. Para escribir tengo que salir o a unas escaleras paralelas que suben junto al ascensor o a un largo pasillo que conducen al otro extremo do Gasômetro, ambos ya bien ilumiados. El espacio en sí no tendrá más de cincuenta metros cuadrados, pintado de negro y con esos tres focos que si cabe suman más intriga al encenderse, el suelo es de rejilla metálica suspendida de una estructura férrea, con una barandilla, por la que puedes ver hacia abajo una estructura de hormigón cónica que desciende creando un vacío, acabando con dos agujeros parejos por donde salía el carbón depositado en la tolva para ser quemado. Mediante dos cortinas negras se intuyen las dos salidas, yo me quedo allí atrapado como si algo me detuviera y sin querer salir, dando rienda a mis miedos más ocultos, no consigo saber bien qué me retiene allí, pero sé que mis miedos allí en la sala se alborotan y se expanden, que tengo sensaciones dispares, una es de libertad, o eso creo yo, la usurpada dentro del presidio más grande de América Latina con título del peor de Brasil, los dos anhos pasados se me distribuyen por la mente en diapositivas, los dos anhos robados reverberan y reverdea mi vida, no sé cómo pero no consigo discernir qué es qué en esa sala, yo me siento "bien". Los astutos gerentes del Centro Cultural a veces cuelgan más que exponen, fotos o cuadros de algún artista.
         Y vengo narrando, aletargando casi por lo que me sucedió un Domingo pasado cualquiera en este sitio, creo que la tercera vez que fui a sala desde que la conocí, un día que no había ninguna exposición, y como siempre quedé sumergido en el silencio, ensimismado con mi soledad o mis miedos 'ancestrales', divirtiéndome también con las expresiones de la gente al llegar por primera vez o de otros que como yo van en busca de momentos contradictorios y, surgió lo que yo jamás me podría imaginar, nunca. Entró una mujer que debía conocer bien aquello, creo que de la casa de los cuarenta anhos al juzgar por los ojos y la ropa florida, una larga falda tapaban sus zapatos negros, al verme, de inmediato se dirigió hacia mí hasta acercarse a una distancia inquietante, sin mediar una sola palabra y yo sin saber que decir, ella impulsó una mano que volaba libre hacia mi hombro y lo aseguró, de su otra mano ni recuerdo qué fue de ella, mirándome a los ojos acercó su boca hacia la mía y me besó. Primero mordió mi labio inferior con ternura y con gracilidad junto sus labios a los mios Yo correspondí, duró lo suficiente para saborear la oscura humedad, supongo que ella no abriría los ojos como yo hice, hasta que se despegó creando un cisma y desligó el cuento, puso un dedo sobre mi boca y me dijo:
-Só esquece -sólo olvida.
-Mas eu goste -respondí como una bala.
-Mas esquece -y desapareció, se fue por donde vino y yo me quedé tipo hombre fosilizado. Unos meses después de aquello no consigo "esquecer". Me atormenta, casi tres anhos sin besar a una mujer es mucho vacio para mi pobre corazón, mucho abismo que destapó el tarro del amor como Pandora, se me desataron todo tipo de sentimientos y emociones humanas, que habían sido amputadoas. "Rescatadas parcialmente", ahora tengo otra retrospectiva de la sensación e incluso de los hechos y, un vertiginoso miedo se me asoma al vacío si pienso en volver allí. Ella no creo que vuelva y no puedo saber que la movió para hacer aquello, pues para besarme a mí hay que estar o loca de remate o desesperada del todo (y no creo que fuera su caso), yo creo que hubiera besado a cualquier otro que estuviera allí e hiciera realidad su fantasía. Todo me hace pensar que tenía todo premeditado, si veía a alguien solitario en Lunara que se dejara besar.
         Pero yo, a mí, me extremece remover lo vivido, fue bonito, demasiado bonito para repetir y, prefiero dejar eso ahí, alojado en el anecdotario extranho que ya es de por sí mi hitórico con las mujeres, no volveré nunca más a Lunara. Después de aquello, salí a escribir a uno de los blancos bancos que hay en el pasillo y me puse a redactar parte de este texto, en un estado de digresión di los rasgos a este relato del lugar más pintoresco de Porto Alegre
        Descrito queda el vacio de la volpa.
                                                             
                                                                   Fin

-Y con esto qué estás contando?, qué verdad hay en esto? -rompíó el silencio la voz amarrada al ver que el escritor tecleaba Fin.
-No te das por satisfecho nunca, aunque hable de sentimientos como ahora, humanos y reales -le contestó  el escritor con su voz tremosa. Compungido, esta vez se notaba que la ironía había tocado en su interior-. Eres una voz despiadada y no mereces ser voz -dijo por último sin mirar a la voz atada, sujetándose las lágrimas por dignidad
-Habré sido tosca, pero estamos hablando de literatura, y esto está en un territorio indefinido, porque es desestructurado, y tengo que ser incisivo contigo para que te definas.
-Mi vida está desestructurada, sabes que la Justicia y mis circunstancias pueden empeorar en cualquier momento, y poner en peligro mi libertad actual de escribir, y la falta de expresión y de libertad basicamente son desestructuradores, y se escribe alojado en un caldo predeterminado de circunstancias yo, y todos los escritores del mundo, y en mi caldo, el acceso a la creatividad y su expansión lleva casi tres anhos cortado, estoy fijo en la fotografía del tipo que está con el cuchillo ensangrentado y la mano alzada, después fue que salió de la pantalla, y eso era tal abundancia de sangre que no sé cómo limpiaría aquello la pobre senhora de la limpieza, que había quedado atada en uno de los camerinos de la sala y sobrevivió, en definitiva de la chacina del viernes veintitrés, tercera parte -después de este desvario concluyó con-; en el caldo ese subyace miedo para pensar así como para crear. Y así en este estado yo no sé que respuesta tengo a por qué escribo, intento tal vez, escribir para mi mismo, lo que no se explicar a nadie -apagó el ordenador y se fue de allí con una postura casi ridícula ladeando la cabeza para no tener que ver a su ahijada voz, a veces cierta como quisquillosa de más.
-Tú tampoco cuentas toda la verdad -me dijo la voz amarrada mirándome a mí.
-Yo soy una voz crítica de ficción, la realidad se me escapa de las manos -y me fui también de allí dejándola sola.
-La paz sin voz es miedo y no paz -ella se quedó pataleando contra todos y contra todo.

 Yo tampoco soy una de esas quisquillosas voces, criticonas o de carácter spicoanalítico, que cuestiona el estado mental del escritor, "que si le persigue una castanha asada con patas y con manos, con un cuchillo en una y el tenedor en la otra", o si es " un caracol volador misógino del que huye", no, no lo soy, soy una voz crítica de arte.
-Y a mí que me da que hay otra voz papista insurgente metida en mi propia narrativa -dijo el escritor fuera del contexto, cortando el aire de mi conversación descriptiva y silvándome las orejas. No sé si me encontraría, me temo que andaría haciendo correcciones por otros renglones, así que me callé, y me quedé mirando mimética a las dos volpas que hay según entras a la "Usina", analizando la sala, que a la izquierda tiene un centro de información turística de la ciudad y a la derecha el laboratorio de aprendizaje creativo, quieta en mimetizados momentos sin palabras sin aliento, observando la entrada cultural y sin respirar, sentada junto a él en la única silla de plástico que quedaba libre de las dos que hay en la entrada al Centro de Cultura, en un silencio de calma inquietante, mirando los dos conos de las tremonhas suspendidas a modo de comillas culturales. Así era como estaba mi crítica literaria, expuesta y suspensa, y porque no tambien y a decir verdad, viéndome atada con la otra voz, y esta idea si que no me gustaba nada. De repente, plegó y decidió montar en el elevador eléctrico, y entonces fue que suspiré aliviada. Subimos al quinto piso de nuevo, a ver la galería Lunara, juro que volvimos a Lunara y con esto no le estoy cuestionando. Se estaba exibiendo, eran proyectadas en el momento en que entramos unas imágenes con sonido, que se veían sobre la pared interior de la volpa. Que según rezaba en un panel explicativo eran obras híbridas, múltiples y abiertas a nuevas contextualizaciones, una representación simbólica del arte. Iván o su escritor autobiográfico no parecían estar allí, ni en ninguna otra parte, formaban una nube de algodón compactada que parecieran estar alejándose del Planeta Tierra, o viceversa. Limbo sobre limbo. Y ella nunca volvió, al menos ninguna de las veces que nosotros subimos al quinto piso del cartón postal de Porto Alegre.

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